01 diciembre 2011

SALA DE ESPERA


Llego a la hora, aunque sé que siempre me hacen esperar un ratito.
Subo las escaleras nerviosa (me pasa cada vez que voy al médico) busco el número de consulta y me dirijo a la sala de espera. Sitios libres, ¡¡bien!! aprovecharé para leerme la lista de post superinteresantes que tengo pendientes. Me acomodo, cojo mi iPhone (que es casi como un hijo para mi) y me dispongo a leer... cuando de pronto, no me lo puedo creer! No hay cobertura..., cómo es posible que haya sitios donde sigue ocurriendo esto? Que rollo.

Vale, continuo un sudoku empezado y olvidado... pero algo no me deja centrarme y no sé dónde poner el número 8... y es que de repente me doy cuenta de una cosa, mi intuición detecta algo... los ojos de una chica que se ha sentado enfrente. Ella también espera la desagradable consulta del Sr. Ginecólogo pero no se ha traído nada para leer y como sustitutivo ha encontrado una presa a la que observar... Buf... Es que eso no lo soporto... Es como cuando vas en metro o mejor como cuando entras en un ascensor, pues si hay más gente buscas un punto de referencia y no miras al que tienes al lado... miras al botón del 5º piso... aunque sea aburrido...
Pues ya no me concentro...No, no no! Ni ocho, ni cinco, ni 6! Ya no me concentro. Mis ojos que necesitan despegar la vista de la pequeña pantalla... miran hacia arriba, los pobres, cansados y... ahí está ella... sin piedad, examinándome. Desde mis botas hasta el último pelo de la cabeza... A lo mejor hace lo que hacemos todos cuando estamos observando a alguien y nos preguntamos: a qué se dedicará? estará casad@? Parece triste o alegre o... ese jersey no le pega... o yo qué sé...

Y eso que han puesto revistas y todo para esperar LEYENDO (jeje... además la revista se llama Sala de Espera, qué calidad...) pero no, ella ha encontrado su objetivo, me prefiere a mí.
Que pesada... Pero si a la salida del metro dan periódicos... o mejor ¿por qué no te vas al baño y bebes agua o por qué no cuentas las baldosas de toda la planta? o mejor, mira, céntrate en un punto en el infinito... y ¡duerme!
Y ya cuando veía cómo mi desesperación iba in crescendo, de pronto, me salva el doctor que sale con un bloc en la mano pronunciando su nombre y en plan muñeco diabólico gira sus ojos hacia la derecha y se levanta para dirigirse a la consulta.

¡Bien!

Por fin puedo colocar el 8.

Un besito.
g.

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