25 julio 2010

Cuando las esperanzas se convierten en cadenas

Ayer por la noche fui a ver “Madres e hijas”, una película de Rodrigo García, (hijo de Gabriel García Marquez), interpretada con mucha fuerza por un repartazo de primer nivel, con nombres como Naomi Watts, Annette Bening o Samuel L. Jackson. Es la historia de tres mujeres con el tema de la maternidad como fondo: una de ellas no puede tener hijos y espera que una madre de alquiler la elija para poder adoptar el bebé que está esperando, otra es una niña de 14 años que tiene que dar a su bebé en adopción y que se convierte en una mujer amargada por lo que hizo y por último la hija dada en adopción que no ha conseguido tener ninguna relación de cariño importante en su vida, lo que le ha convertido en una fría y egoísta abogada con una vida basada en el desapego.

Yo por supuesto lloré hasta la saciedad, porque a lo largo de la historia se van produciendo situaciones muy impactantes, donde se tocan temas que además te ponen la piel de gallina.

Annette Benning, es Karen la mujer que a los 14 años fue obligada por su madre a dar a su niña recién nacida en adopción. Han pasado 37 años pero ella sigue pensando en esa niña. Desde aquel momento no vive su vida. Todos los días escribe una carta para ella esperando encontrarla pero pasa el tiempo y no hace nada para conseguirlo. Se convierte en una mujer amargada que cuida a su madre anciana y enferma, quien a su vez vive con el remordimiento de haber hecho algo que ha convertido a su hija en una mujer infeliz y por ello es incapaz de darle cariño. Karen no tiene amigos, sólo vive para su trabajo y no deja que nadie entre en su vida. Es antipática y trata con desprecio a todos los que la rodean. Hasta que aparece un hombre que se enamora de ella y que, con mucha paciencia y amor, la hace ver que todo puede cambiar si pone un poco de su parte.

Karen ha malgastado 37 años de su vida. Entonces uno se pregunta ¿ por qué no ha puesto remedio antes para poder ser feliz?

Es fácil que esto ocurra. Somos presas fáciles de la pena, la ira, el arrepentimiento, la amargura. Se hacen un huequito en nuestra alma y si no le ponemos freno se van haciendo fuertes dentro de nosotros, expandiéndose como un gas, y pueden llegar a convertirnos en almas errantes. En personas que ven pasar su vida como en una película en la que no son los protagonistas. Sin disfrutar, sin vivir.

Es normal sentirse mal cuando nos ha sucedido algo malo pero no podemos arrastrar estos sentimientos eternamente. Hay que levantarse y mirar hacia adelante. Primero podemos intentar resolver eso que no nos deja vivir en paz, y si no está en nuestra mano solucionarlo, tratar de seguir viviendo, empezando por encontrar razones para ser fuertes.

Si vivimos esperanzados en conseguir algo casi imposible o amargados por pensar en lo que perdimos, no daremos un paso adelante nunca. Yo lo digo por experiencia, ya que llevo más de años queriendo ser madre, tres de los cuales en un proceso de adopción internacional esperando que lleguen mis dos hijos desde Colombia. Durante este tiempo he aprendido a saber esperar sin estar pendiente de la espera, a que hay cosas que no se pueden conseguir, pero que por el contrario hay muchas formas de encontrar la felicidad. Seguro que hay muchas cosas más en nuestra vida que nos apasionan, seguro que hay gente que nos quiere y nos anima. Vamos a mirar hacia adelante y a intentar buscar soluciones. No nos desesperancemos ni dejemos que se nos escape esto tan bonito que es la VIDA.

Besitos a tod@s

g.

1 comentario:

  1. eh, eh!!!, no des muchos besos hoy a Gemita a ver si la vas a gastar que mañana por fin me toca a mi. Miriam ya puede venir preparada que Andresito no deja de preguntar por ella.
    Besos
    Irene

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